El Cementerio de Yungay es un sitio emblemático en la historia del Perú, pues representa no solo un camposanto, sino también un memorial que honra a las víctimas del terremoto y aluvión que en 1970 arrasó con la ciudad de Yungay, en la región Áncash.
Un desastre sin precedentes
El 31 de mayo de 1970, un sismo de magnitud 7.9 en la escala de Richter sacudió la costa peruana. El epicentro se ubicó en el océano Pacífico, pero los efectos más devastadores se sintieron en la sierra, especialmente en Yungay. Como consecuencia del movimiento telúrico, una enorme masa de hielo y roca se desprendió del nevado Huascarán, generando un aluvión que descendió a más de 300 km/h y sepultó la ciudad en cuestión de minutos. De los aproximadamente 25,000 habitantes, solo sobrevivieron alrededor de 300 personas, principalmente aquellos que lograron huir a zonas altas como el cementerio.
El Cementerio de Yungay: testimonio de la tragedia
Ubicado en una colina que fue uno de los pocos lugares que resistió la embestida del aluvión, el Cementerio de Yungay se ha convertido en un símbolo de resistencia y memoria. En su parte más alta se erige una estatua de Cristo Redentor, que se mantiene de pie como un guardián silencioso de la tragedia.
Los cuerpos de la mayoría de las víctimas quedaron sepultados bajo toneladas de lodo y escombros, lo que hizo imposible su recuperación. Debido a esto, la ciudad enterrada en sí misma es considerada una gran tumba colectiva. En el cementerio, los sobrevivientes y familiares de las víctimas han construido memoriales y placas conmemorativas para honrar a quienes fallecieron. Aunque muchos cuerpos nunca pudieron ser recuperados, algunos restos fueron trasladados al cementerio y enterrados en fosas comunes y tumbas individuales, convirtiéndolo en un lugar de profundo significado emocional.
Hoy en día, los visitantes pueden recorrer el sitio donde se encuentran vestigios de la ciudad sepultada, como los restos del antiguo cementerio y las palmeras que sobrevivieron al desastre. Además, hay placas conmemorativas y señalización que narran los hechos de aquel fatídico día.
Un llamado a la memoria y la prevención
El Cementerio de Yungay no solo rinde homenaje a quienes perdieron la vida en 1970, sino que también funciona como un recordatorio de la fuerza de la naturaleza y la importancia de la prevención ante desastres naturales. La tragedia de Yungay llevó a reforzar las medidas de gestión de riesgos en el país, promoviendo una mayor conciencia sobre la vulnerabilidad de las poblaciones asentadas cerca de montañas y glaciares.
Visitar este sitio es un acto de reflexión sobre la fragilidad de la vida y la necesidad de preservar la memoria histórica. A más de 50 años del desastre, Yungay sigue siendo un símbolo de resiliencia, con su cementerio como testigo perenne de la tragedia y la esperanza.
El Editor.